Fue un hombre que desde sus comienzos en la universidad se intereso por el mundo del espectáculo, por el
teatro.
Durante esta época de estudiante, Muñoz Seca ya demostró inquietudes artísticas estrenando entre 1898 y 1899 las primeras obras de teatro en su ciudad natal: República estudiantil, Un Perfecto de pasivas o El señor de Pilili. Será en el último año del siglo XIX coincidiendo con su estancia sevillana cuando el joven autor teatral ponga en escena Las Guerreras, en el Teatro del Duque.
Posteriormente al acabar su carrera, siguió con dicha inquietud.
A partir de 1911, la figura de Muñoz Seca se consolida como autor teatral y empieza a colaborar con diversos autores destacando entre ellos Pedro Pérez Fernández a quien conoció en 1911. La primera obra conjunta de los dos se tituló Por Peteneras y la colaboración de ambos se sitúa por encima de las 100 obras. Otro colaborador importante será Enrique García Álvarez. En 1914 estrenan Fúcar XXI, obra escrita en común por los tres autores.
En el teatro de Muñoz Seca se va perfilando una peculiar forma de hacer comedia: el astracán o astracanada, subgénero que exagera y deforma hasta lo increíble los rasgos cómicos utilizando todo tipo de recursos con el único fin de hacer reír. Se considera al autor portuense su creador.
Se iran sucediendo estrenos y éxitos importantes: Trampa y Cartón (1912), El roble de la Jarosa (1915), Los cuatro Robinsones (1917), El rayo (1917), etc.
La venganza de don Mendo con el subtítulo de “caricatura de tragedia en cuatro jornadas, escrita en verso, con algún que otro ripio”, se estrenó el 20 de diciembre de 1918 en el Teatro de la Comedia. Es la obra maestra de Muñoz Seca y parodia al teatro romántico, tan en boga en los escenarios españoles de principios de siglo. De esta genial obra merece destacarse la calidad y variedad de la versificación y el gran dominio de los recursos humorísticos.
Tras el estreno de La venganza de don Mendo, su popularidad alcanzó las cotas más altas y su producción teatral fue muy abundante, cosechando grandes éxitos: La pluma verde (1922), Los chatos (1924), La tela (1925), Los extremeños se tocan (1927) “opereta sin música pero con cantables y evoluciones”; todas estas obras en colaboración con Pérez Fernández. En su obra hay una cierta evolución porque abandona el costumbrismo de los Quintero y se afianza en la astracanada con cierto acercamiento a la alta comedia. La Oca (1931), La voz de su amo (1933), Anacleto se divorcia (1932), La EME (1934), La plasmatoria (1935). En estas obras predomina la alta comedia astracanada y la comedia de salón con elementos culturales, posiblemente en respuesta a la crítica.
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